viernes, 14 de septiembre de 2012

ESPAÑA ES IRREVOCABLE


LA UNIDAD DE DESTINO

  Nadie podrá reprochamos de estrechez ante el problema catalán. En estas columnas antes que en ningún otro sitio, y, fuera de aquí, por los más autorizados de los nuestros, se ha formulado la tesis de España como unidad de destino. Es decir, aquí no concebimos cicateramente a España como entidad física, como conjunto de atributos nativos (tierra, lengua, raza) en pugna vidriosa con cada hecho nativo local. Aquí no nos burlamos de la bella lengua catalana ni ofendemos con sospechas de mira mercantil los movimientos sentimentales –equivocados gravísimamente, pero sentimentales– de Cataluña. Lo que sostenemos aquí es que nada de eso puede justificar un nacionalismo, porque la nación no es una entidad física individualizada por sus accidentes orogáficos, étnicos o lingüísticos, sino una entidad histórica, diferenciada de las demás en lo universal por una propia unidad de destino.

  España es la portadora de la unidad de destino, y no ninguno de los pueblos que la integran. España es pues, la nación, y no ninguno de los pueblos que la integran. Cuando esos pueblos se reunieron, hallaron en lo universal la justificación histórica de su propia existencia. Por eso España, el conjunto, fue la nación.

LA IRREVOCABILIDAD DE ESPAÑA

  Hace falta que las peores deformaciones se hayan adueñado de las mentes para que personas que se tienen, de buena fe, por patriotas, admitan la posibilidad, dados ciertos requisitos, de la desmembración de España. Unos niegan licitud al separatismo porque suponen que no cuenta con la aquiescencia de la mayoría de los catalanes. Otros afirman que no es admisible una situación semiseparatista, sino que hay que optar –¡qué optar!– entre la solidaridad completa o la independencia. "O hermanos o extranjeros", dice "ABC", y aún afirma recibir centenares de telegramas que le felicitan por decirlo. Es prodigioso –y espeluznante– que periódico como "ABC", en el que la menor tibieza antiespañola no ha tenido jamás asilo, piense que cumple con su deber al acuñar semejante blasfemia: "Hermanos o extranjeros"; es decir, hay una opción: se puede ser una de las dos cosas. ¡No! La elección de la extranjería es absolutamente ilícita, pase lo que pase, renuncien o no renuncien al arancel, quiéranlo pocos catalanes, muchos o todos. Más aún terminantemente: aunque todos los españoles estuvieran conformes en convertir a Cataluña en país extranjero, seria el hacerlo un crimen merecedor de la cólera celeste.

  España es irrevocable. Los españoles podrán decidir acerca de cosas secundarias; pero acerca de la esencia misma de España no tienen nada que decidir. España no es nuestra, como objeto patrimonial; nuestra generación no es dueña absoluta de España; la ha recibido del esfuerzo de Generaciones y generaciones anteriores, y ha de entregarla, como depósito sagrado, a las que la sucedan. Si aprovechara este momento de su paso por la continuidad de los siglos para dividir a España en pedazos, nuestra generación cometería para con las siguientes el más abusivo fraude, la más alevosa traición que es posible imaginar.

  Las naciones no son contratos, rescindibles por la voluntad de quienes los otorgan: son fundaciones, con sustantividad propia, no dependientes de la voluntad de pocos ni muchos.

MAYORÍA DE EDAD

  Algunos han formulado la siguiente doctrina respecto de los Estatutos regionales: no se puede dar un Estatuto a una región mientras no es mayor de edad. El sermayor de edad se le nota en los indicios de haber adquirido una convicción suficientemente fuerte de su personalidad propia.

  He aquí otra monstruosidad ideológica: se debe, con arreglo a esa teoría, conceder su Estatuto a una región –es decir, aflojar los resortes de la vigilancia unitaria– cuando esa región ha adquirido suficiente conciencia de sí misma; es decir, cuando se siente suficientemente desligada de la personalidad del conjunto. No es fácil, tampoco ahora, concebir más grave aberración. También corre prisa perfilar una tesis acerca de qué es la mayoría de edad regional acerca de cuándo deja de ser lícito conceder a una región su Estatuto.

  Y esa mayoría de edad se nota, cabalmente, en lo contrario de la afirmación de la personalidad propia. Una región es mayor de edad cuando ha adquirido tan fuertemente la conciencia de su unidad de destino en la patria común, que esa unidad ya no corre ningún riesgo por el hecho de que se aflojen las ligaduras administrativas.

  Cuando la conciencia de la unidad de destino ha penetrado hasta el fondo del alma de una región, ya no hay peligro en darle Estatuto de autonomía. La región andaluza, la región leonesa, pueden gozar de regímenes autónomos, en la seguridad de que ninguna solapada intención se propone aprovechar las ventajas del Estatuto para maquinar contra la integridad de España. Pero entregar Estatutos a regiones minadas de separatismo; multiplicar con los instrumentos del Estatuto las fuerzas operantes contra la unidad de España; dimitir la función estatal de vigilar sin descanso el desarrollo de toda la tendencia a la secesión es, ni más ni menos, un crimen.

SÍNTOMAS

  Todos los síntomas confirman nuestra tesis. Cataluña autónoma asiste al crecimiento de un separatismo que nadie refrena: el Estado, porque se ha inhibido de la vida catalana en las funciones primordiales: la formación espiritual de las generaciones nuevas, el orden público, la administración de justicia.... y la Generalidad, porque esa tendencia separatista, lejos de repugnarle, le resulta sumamente simpática.

  Así, el germen destructor de España, de esta unidad de España lograda tan difícilmente, crece a sus anchas. Es como un incendio para cuya voracidad no sólo se ha acumulado combustible, sino que se ha trazado a los bomberos una barrera que les impide intervenir. ¿Qué quedará, en muy pocos años, de lo que fue bella arquitectura de España?

  ¡Y mientras tanto, a nosotros, a los que queremos salir por los confines de España gritando estas cosas, denunciando estas cosas, se nos encarcela, se nos cierran los centros, se nos impide la propaganda! Y la insolencia separatista crece. Y el Gobierno busca fórmulas jurídicas. Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

  (F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 1 de septiembre de 2012

RESUMEN DEL DISCURSO PRONUNCIADO EN EL TEATRO PEREDA, DE SANTANDER, EL DÍA 26 DE ENERO DE 1936


  Dice Primo de Rivera que hoy le corresponde a él hablar de cosas desagradables. Falange sabe que no le es lícito estar ausente de la contienda electoral, como de ninguna coyuntura. La lucha va a plantearse entre dos grandes fuerzas: la de la civilización occidental, cristiana, y un sentimiento ruso, asiático, que insiste en venir a desplazarla.

  Aludiendo al manifiesto de las izquierdas, dice que en él no hay más que unos burgueses prisioneros, a los que se permite un pequeño aleteo para que puedan decir que no les es grata la socialización de la propiedad; pero que se ve que van empujados por la fuerza de las masas soviéticas para establecer el Estado número dos, como ya se llama en Moscú a España. Nos anuncian un sistema en el que se nos achicharrará poco a poco, para implantar el socialismo.

  Frente al bloque de izquierdas, nosotros abogamos por un frente nacional, que cerrará implacable el paso a la revolución con barreras infranqueables a los flancos, pero que sabrá escaparse por arriba en aspiración imperial. No se ha hecho esto y hoy renacen las consignas de 1933. Y volverán a surgir en 1940, repitiéndosenos que se va a hundir la civilización cristiana. Pero para que no se hunda tenemos que poseer algo más que la consigna del miedo: una fe profunda en España. Frente a los gritos de abajo esto y abajo lo otro, hay que gritar: "¡Arriba España, una, grande y libre; por la Patria, el pan y la justicia ... !" (Grandes aplausos.)

  Analiza severamente la labor de las Cortes y habla de la admirable tradición militar de nuestros soldados.

  Ya es hora –exclama– que les demos armas y barcos para que sepan triunfar en las pruebas que merecen. (Ovación y vivas al ejército y a España.)

  Agrega que no se ha hecho nada. En dos años de socialismo se llegó a penetrar hasta en las escuelas; en los dos años siguientes no se ha devuelto a las escuelas su sentido cristiano y nacional. La revolución marxista y separatista de octubre se liquidó en tan cobarde forma, que mientras los grandes culpables obtienen absoluciones e indultos, todo lo han pagado –Dios tenga piedad de ellos– el sargento Vázquez, muerto después de saludar a la bandera, y aquel pobre niño que fusilaron en León.

  Si lo que se promete ahora en vísperas de las elecciones es una política semejante a la que se desarrolló entonces, yo os digo que no cuenten con Falange Española; si ésta es la España que ellos quieren, entonces, camaradas, ya podéis ir pidiendo que se os extienda la carta de ciudadanía de Abisinia.

  Para una España fuerte y libre no regatearemos sacrificios; para la que se sortea cada dos años, ni un cartel, ni un grito ni un voto. (Muy bien. Grandes aplausos.)

  Hablando de las alianzas electorales, dice que Falange Española irá sola donde debe ir; nos abstendremos de presentar candidatos allí donde podamos hacer daño. Expone el concepto de la Patria. Habla de los trabajadores y del problema social. Recuerda los conceptos que expuso en la conferencia que pronunció en el Ateneo de Santander, donde manifestó que, a su juicio, la angustia del mundo y de España es que estamos asistiendo al final del régimen capitalista, aclarando que el capitalismo nada tiene que ver con la propiedad, que necesariamente ha de subsistir a través de todas las evoluciones.

  Dice que el capitalismo es una armadura que incorpora los factores de la propiedad a la dominación financiera.

  Como ejemplo, se refiere a la Cooperativa Sam, y expresa lo que ocurre, con un negocio de leche donde se aúnan los esfuerzos de miles de modestos campesinos que quieren constituir una Cooperativa para obtener directamente los beneficios y cuando comienzan a lograrse éstos una gran empresa extranjera, que tiene grandes negocios en medio mundo, y a la que no le importa nada perder varios millones de pesetas, rebaja el precio de venta unos céntimos y arruina por entero a una provincia como ésta. (Ovación ensordecedora.)

  De este aspecto entero y profundo de la crisis del capitalismo, que oprime no sólo a los obreros, sino a muchos pequeños empresarios, no dice nada la propaganda de las derechas. Todo se les vuelve llamamientos falsos al "honrado obrero", que el obrero, naturalmente, no ha de creer.

  Lo cierto es –sigue diciendo– que a los obreros, hasta que formaron sus Sindicatos, no se les quitó sus jornales de hambre y hasta que no fueron un peligro no les llamaron las derechas. (Aplausos.)

  Expone que Falange quiere desarticular el régimen capitalista para que sus beneficios queden en favor de los productores, con objeto de que éstos, además, no tengan que acudir al banquero, sino que ellos mismos, en virtud de la organización nacionalsindicalista, puedan suministrarse gratuitamente los signos de crédito.
Agrega que si Falange llega al Poder, a los quince días será nacionalizado el servicio de crédito, acometiéndose inmediatamente el problema agrario. Quizá llegue pronto el día en que me vea obligado a responder de estas cosas. (Ovación.)

  Daremos a España justicia. El que ejerce el Poder por audacia o por vanidad no puede ser rígido. Son débiles y crueles. El Estado interino, flojo, es siempre débil y cruel. Termina diciendo que la España del pan para el obrero y de la justicia para todos sí que merece todos los sacrificios. Con diputados, sin diputados o contra los diputados la tendremos. Y entonces sí que cerraremos el paso a quien pretenda destruirla; pero no con nuestros votos, sino con nuestros brazos, con nuestros pechos, con nuestras armas.

  ¡Arriba España!

  (Arriba, núm. 30, 30 de enero de 1936)