sábado, 26 de noviembre de 2011

DECLARACIONES DE JOSÉ ANTONIO EN EL SUMARIO INCOADO POR EL JUZGADO ESPECIAL DE ALICANTE EL 10 DE NOVIEMBRE DE 1936

  "Folio 154 y siguientes.– Declaración de José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia.– En Alicante, a 10 de noviembre de 1936..., de treinta y tres años de edad, estado soltero, profesión abogado, vecino de Madrid, calle de Serrano, 86..., manifiesta: Que no tomó parte ninguna en la política española con anterioridad al fallecimiento de su padre, don Miguel Primo de Rivera, para cuyo recuerdo y gestión tiene una adhesión completa, sin que esto envuelva adhesión incondicional a los juicios que puedan formularse sobre la interpretación histórica de aquel período, acerca del cual el declarante expuso su juicio en el discurso que pronunció en el Parlamento con ocasión del primer debate producido por el señor Calvo Sotelo al reintegrarse a España. Que el 29 de octubre de 1933 se celebró en el teatro de la Comedia un acto preliminar de la constitución de la Falange Española, al que dio forma legal pocos días después y cuyos estatutos, tanto los primitivos como los vigentes, están registrados en la Dirección General de Seguridad; en ellos consta la verdadera finalidad de Falange Española, y en cuanto a la actividad del partido, se ha ajustado constantemente a ella, según hubo ocasión de comprobarse en el sumario instruido por el supuesto delito de asociación ilegal y que dio lugar a una sentencia favorable por la Audiencia de Madrid y por el Tribunal Supremo. Preguntado por S. S. para que manifieste si, a pesar de lo expuesto, no es más cierto que además de las actividades que constan en la constitución del partido de Falange Española existían ciertamente otras de carácter delictivo y criminal, que se manifestaron en el descubrimiento de armas, bombas de mano en el domicilio social y además en frecuentes atentados realizados por individuos que pertenecían como miembros al citado partido, contesta: Que respecto al hallazgo, no de bombas de mano, sino de unos que se dijeron aparatos explosivos de relojería, fue una mixtificación policíaca, debida al entonces jefe superior de Policía señor Muñoz Castellanos, y que respecto a los atentados y demás actos de violencia, todo lo que puede decir es que, antes de iniciarse los actuales sucesos revolucionarios, Falange Española había visto caer asesinados a más de 60 de sus miembros, sin que en ningún caso se hubiese realizado colectivamente y por orden de los 6rganos de dirección hecho delictivo alguno, ni hubiera tomado parte en él ningún afiliado de Falange con el carácter de tal. Esto no quiere decir que (no) pueda afirmarse en términos absolutos el que jamás baya delinquido ningún miembro de ésta, como de cualquier otra Asociación. Preguntado para que explique si basta el número de víctimas a que se refiere la Directiva de Falange Española no intervino en la represalia, puede y debe entenderse, naturalmente, que posteriormente al número indicado ya intervino de un modo directo, dice: Que al señalar como fecha la iniciación, no alude a la existencia de una nueva táctica en la Falange a partir de entonces, sino a la absoluta falta de información respecto a cuanto ocurre fuera de la cárcel en que el declarante se encuentra. Preguntado si a pesar de lo expuesto es también cierto que en sus discursos parlamentarios y en sus alocuciones por medio de la Prensa se hacían amenazas más o menos encubiertas respecto a la actuación delictiva de Falange Española, dice que se atiene a lo que conste en el "Diario de Sesiones" en los discursos pronunciados por él, y en el semanario Arriba, que dirigía. Preguntado de si como Jefe de Falange Española aprobaba los atentados cometidos por los miembros del partido a que pertenecía, contesta: Que no le consta que ningún afiliado a Falange Española haya cometido atentado alguno, y que si ahora se le dijese que algunos de aquellos afiliados aparecía convicto en un delito de esa naturaleza, el declarante no consideraría airoso desde su situación segura, respecto a ese hecho, culminar ninguna desautorización verbal. Preguntado si, no obstante lo expuesto, le consta que existían individuos que, aunque no afiliados a Falange Española, eran retribuidos por los dirigentes de los asesinatos o hechos delictivos que se cometían en España, como ocurrió, por ejemplo, con el atentado en Madrid contra el señor don Eduardo Ortega y Gasset, realizado por un tal Rivagorda, manifiesta: Que Falange Española jamás ha retribuido a delincuente de ninguna especie y que la información, digo la afirmación, en este sentido, es una reiterada calumnia política, nunca confirmada por descubrimiento policíaco serio, cuando tan fácil es a la Policía localizar grupos permanentes de delincuentes remunerados. Rivagorda jamás fue afiliado a Falange Española y que sólo empezó a tener relación con los que lo eran a partir de su ingreso en la Cárcel de Madrid, donde había centenares de falangistas detenidos. A preguntas del señor fiscal, manifiesta: Que la actuación de Falange Española no se desvió en nada de su programa político, según declaró el Tribunal Supremo en la sentencia que ha aludido antes y que es de fecha de junio a julio de este año. Preguntado si antes de entrar en la Cárcel Modelo de Madrid, como durante su estancia en la misma y posteriormente cuando su traslado a esta Cárcel Provincial, el 6 de junio pasado, tenía conocimiento de una sublevación militar que iba a tener efecto para implantar la dictadura militar y falangista española, manifiesta: Que antes del ingreso en la Prisión de Madrid, no, pero ya en ella, y aun en la de Alicante, oyó el rumor muy impreciso de un alzamiento militar, no militar y falangista, como se dice en la pregunta, y aún añadirá que lo oyó con bastante preocupación, porque teme mucho por los resultados contingentes de un movimiento político en el que el pensamiento peculiar del declarante no tenga las garantías de prevalecer. Preguntado por S.S. si, a pesar de lo expuesto, el actual movimiento gozaba de las simpatías y anuencia del señor Primo de Rivera, manifiesta: Que carece de suficiente información sobre el contenido político y social del movimiento, sobre sus asistencias y sobre las personas que lo dirigen, para arriesgarse a expresar una adhesión completa a él, y en prenda de sinceridad a lo que acaba de decir, no tiene inconveniente en afirmar que, a su juicio, la situación en que España se encontraba antes de empezar el movimiento era intolerable; que las persecuciones, las arbitrariedades y aun los crímenes habían puesto a la nación en el último riesgo de contarse entre las civilizadas, y, por tanto, no estima reprobable, desde un alto punto de vista histórico y político, el alzamiento contra aquel estado de cosas, interesándole insistir en que habla del alzamiento en términos abstractos y no de este alzamiento concreto de ahora, acerca del cual –repite– le falta información suficiente. Preguntado por S.S. para que manifieste si en los crímenes, arbitrariedades y persecuciones a que se refiere incluía los atribuidos a falangistas pertenecientes a su partido político, contesta: Que la crítica de un estado político se refiere siempre a los que ejercen el Poder y tienen la responsabilidad de los sucesos políticos, y que sólo ésta y no la conducta comprobada o presunta de particulares entidades es la que el declarante se permitía enjuiciar; y que en cuanto a las persecuciones y arbitrariedades y aun crímenes que abominaban, puede citar los millares de encarcelamientos sin procesos de afiliados de Falange Española; las clausuras de centros, multas; las docenas de atentados no seguidos de investigación política, policíaca ni judicial, y algún hecho ajeno al ámbito de Falange Española, pero tan señalado como la muerte de don José Calvo Sotelo en las circunstancias que todos conocen. Preguntado si no obstante lo que tiene expuesto de su intervención en la preparación del movimiento insurreccionar de España, tuvo negociación con las naciones extranjeras, Alemania e Italia, o visitas de pura cortesía a los señores Mussolini e Hitler, contesta: Que en los años 1933 y 1934 fue recibido, en breves visitas, por los señores Mussolini e Hitler, y que al declarante no se le pasó por la imaginación incurrir en la falta de tacto de plantear a aquellas personalidades extranjeras propósitos de insurrección española a larguísimo plazo, no ocultando que ha estado en Italia varias veces, la última a principios de verano del año 1935, pero que no ha tenido entrevistas allí con ninguna personalidad política italiana. Preguntado si últimamente mantenía correspondencia política relacionada con el movimiento revolucionario, tanto con Italia como con Alemania, como parece deducirse de la carta fechada en Madrid el 11 de julio de 1936, firmada por su secretaria, Encarnación Moya, contesta: A la petición de señas en Roma de¡ señor Sánchez Mazas, cuyas señas pedía, es un conocidísimo escritor español refugiado últimamente en casa de sus afines italianos, después de sustraerse a un encarcelamiento que sufrió en Madrid con el declarante, y que la señorita Camps es persona española residente en Madrid, como en la misma pregunta se dice, con quien el declarante ha mantenido correspondencia sobre la que no es lícito dar ninguna explicación. Preguntado, además, por S. S. si la señorita Camps no servía al declarante como enlace con todos los dirigentes revolucionarios actuales, manifiesta. Que la señorita Camps no puede a los ojos de nadie, en manera alguna, tener manifiesta relación alguna con el que declara. Que fue la única entrevista a que antes ha hecho referencia, la que celebró con Hitler en Alemania; que no se celebró ningún acto ni mitin en Alemania en que tomase parte el declarante ni tampoco Mosley, pues no conoce a dicho señor. Preguntado si durante su estancia en Alemania solicitó de Hees le preparara una entrevista con Hitler y ésta tuvo lugar en una finca de la Alta Baviera, contesta: Que no ha sido jamás presentado al señor Hees ni ha hablado con él de ningún asunto. Preguntado por S. S. si, a pesar de lo manifestado, ha tenido correspondencia, bien directamente o indirectamente, con dicho señor, valiéndose de otras personas de su intimidad o bien falangistas, manifiesta que no. A otras preguntas del señor fiscal, insiste en que ni de palabra ni por escrito ha tenido la menor relación con ningún alemán sobre la preparación del movimiento subversivo en España. Preguntado respecto a una carta escrita por el general Sanjurjo en Estoril (Portugal), el 21 de marzo de 1936, en que le habla de su regreso de Alemania, si por la persona que trajo la carta o por otra alguna se le hicieron indicaciones respecto al problema o motivo de dicho viaje del citado general, contesta: que no, y que la única noticia que tiene del viaje del general a Alemania es la que él mismo da en la carta. Preguntado si la nota de su puño y letra que tiene escrita en el ángulo superior de la carta, de que contestó verbalmente a través de persona segura, significa que por la importancia de la contestación y gravedad de la misma tuvo que hacerla verbalmente a persona de su confianza, manifiesta: Que no, y que esa nota alude simplemente a la seguridad de evitar extravíos de correspondencia, cosa que el mismo general señala en la carta respecto de un telegrama no recibido. Preguntado para que explique el significado de la segunda carta, también dirigida a él por dicho general, fechada igualmente en Monte Estoril el 23 de abril del corriente año, en que volvía a hablar de su viaje por Centroeuropa, y de una carta certificada que le envió a la Cárcel, manifiesta: Que lo único que demuestra esta segunda carta es la poca importancia que uno y otro corresponsal habían dado a la primera, puesto, que ni el general estaba seguro de que hubiese llegado al declarante ni la contestación verbal y formularia del declarante hubiera llegado al general. Preguntado para que explique el significado de un tarjetón escrito y dirigido a él por el señor Martínez Anido, manifiesta: Que no le encuentra explicación posible, igual que a la ampulosa del doctor Albiñana, que también le ha sido puesto de manifiesto, a las que no se puede dar ningún sentido más que el bien transparente del que resulta de su texto. Preguntado por S. S. para que explique el contenido de la carta, fecha 8 de julio del corriente, dirigida a él por un afiliado a Falange Española llamado José Moreno, manifiesta: Que el Rafael a que se refiere en la carta es el señor Sánchez Mazas, de quien habló antes, que este señor estuvo refugiado en Pamplona y que como llegasen noticias al declarante de que una conspiración derechista interna quería perturbarle en la dirección del Movimiento Nacionalsindicalista (Falange Española), escribió una carta al señor Sánchez Mazas, cuya dirección en Pamplona desconocía, y se la remitió por medio del señor Moreno, que se la devuelve por haber salido ya Sánchez Mazas de Pamplona. A esto se debe que el declarante inquiriese las señas en Italia de Sánchez Mazas. En cuanto a la palabra "Movimiento", es bien sabido que Falange Española la ha usado siempre, desde sus primeros pasos, para esquivar el uso de la palabra "partido", tan poco grato a los oídos de los españoles. Preguntado igualmente sobre otra carta, fecha 7 de abril, en que se le dice por el citado dirigente que se ha enterado de que el señor Primo de Rivera ha dicho que no vaya a visitarle a la Cárcel quien no sea pariente o lleve alguna misión determinada, de donde puede ingerirse que los visitantes no parientes iban a recibir órdenes o que se les encomendara alguna gestión o misión a realizar en relación con el desenvolvimiento político de esa organización, contesta: Que, en efecto, para reducir en algo la abundancia de visitas que perturbaban el régimen de la Cárcel de Madrid, insinuó genéricamente que se abstuvieran de ir a verle los que no tuvieran alguna cosa precisa,. política o no, consejo al que se acogieron de muy buena gana los que, como el Eduardo autor de la carta, no tenían ganas de comprometerse yendo a la Cárcel a visitarle. Que con respecto a un retrato del rey que fue Alfonso de Borbón (1), dice: Que, evidentemente, ha sido una equivocación de la Policía al entregar la documentación obrante en el sumario, por cuanto que su recuerdo de aquella persona no es tan fervoroso como para tener un retrato suyo en la cárcel. Preguntado para que exponga las frecuentes visitas que le hacían en la prisión determinadas personas y el motivo de estas entrevistas, manifiesta: Que en Madrid tenían un objeto profesional, otras muchas de parentesco, amistad o afinidad política e innumerables de mera curiosidad, no poco fastidiosa en ocasiones, y que en Alicante han obedecido a los mismos motivos, salvo el profesional, del que apenas se había ocupado. Preguntado para que explique el motivo de la visita que celebró en esta Prisión el día 14 del pasado mes de julio, pocos días antes del movimiento revolucionario, por. don Antonio Goicoechea, jefe político del partido Renovación Española, dice: Que aquella entrevista dejó tan poca impresión en su espíritu que ni siquiera recuerda el que se haya celebrado, y en cuanto a los diputados señores Serrano Suíler, Daza y Finat, les une con el declarante una amistad fraternal de muchos años, que les movía a visitarle con bastante frecuencia. Preguntado que si las entrevistas de su cuñada Margot Larios con su hermano Miguel y con él tenían, además de un fin puramente familiar, el que pudiera servir de elemento de enlace con personas dirigentes del Movimiento revolucionario actual, contesta: Que no, en absoluto. Preguntado igualmente que explique cómo en varias ocasiones, en las entrevistas que tenía con ellos su cuñada, la tela metálica que los separaba apareció rota por distintos sitios, como si hubiera servido para introducir objetos. Dice que no, si bien no tiene interés en ocultar que alguna vez pasaban por encima de esa misma tela alguna botella de coñac. Preguntado para que explique por qué conducto y de qué forma qué persona le proporcionó la pistola marca "Danton" con el número borrado, reglamentaria de la Guardia Civil, con otro cargador de doce balas y una caja de municiones, así como otra arma exactamente igual, con otro cargador e igual número de municiones, que se encontraron también a su hermano Miguel, dice: Que jamás se les pasaron dichas armas, como tiene declarado en el sumario que al efecto se instruyó, al cual se remite. Preguntado para que reconozca si son de su propiedad el mapa y los croquis del mismo que le ponen de manifiesto, dice: Que, efectivamente, reconoce haber sido suyo el mapa y uno de los croquis, sin que pueda asegurar que el otro fuera hecho por su hermano, y que las noticias a que responde el dibujo las adquiría porque entonces leían periódicos (2) y no estaban incomunicados del todo. Preguntado por S. S. para que manifieste si les hacían los cacheos reglamentarios diariamente en sus celdas y personas, contesta: Que en su persona no recuerda se le hubiera hecho ninguno antes del supuesto hallazgo de pistolas, pero que en su celda, a las horas de patio, supone que sí, porque un día, al subir del patio, muy poco antes de las famosas pistolas, encontró con que estaban terminando dos oficiales el registro. Preguntado asimismo para que explique la causa de la libertad tan grande que gozaban dentro del régimen carcelario, en que se les permitía por los vigilantes el tener abiertas las puertas de su celda, y cuando, por cualquier causa, se extremaba el celo en la vigilancia o visitas, protestaba airadísimo contra los diversos directores, dice: Que no considera disfrutase de excesiva libertad, sino, por el contrario, de un régimen más restringido del habitual en los presos políticos, y que a esto, que juzgaba como exceso de restricción, se debían sus protestas cuando era agravado. Preguntado, por último y definitivamente, si tanto durante el tiempo que lleva en prisión, como anteriormente, ha dirigido e inducido a individuos que le visitaban, entregando cartas para los jefes facciosos, preparando de esta suerte la sublevación militar de carácter puramente fascista que se desarrolla actualmente en España: Que no, e insiste en todo lo que tiene declarado. Leída por sí propio esta declaración, cuyas contestaciones han sido redactadas por el propio declarante, se afirma y ratifica y firma con S. S. y el señor fiscal y doy fe. Enjuto.–

JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA. 


VIDAL GIL. TOMÁS LÓPEZ ZAFRA.
Declaración transcrita por Francisco Bravo: "José Antonio ante la justicia roja."Madrid, 1941.

martes, 11 de octubre de 2011

En tu memoria, José Antonio Primo de Rivera


Respeto, honor y lealtad. La historia le hará el homenaje que se merece. Los falangistas debemos honrarle, además de luchar y defender sus ideas.

Autor: Algunas de las imágenes son colección particular de José Sainz Nothnagel.

SOBRE EL CONCEPTO DEL ESTADO


  (Discurso pronunciado en el Parlamento el 19 de diciembre de 1933.)

  El señor GIL ROBLES:


... Con esta Constitución no se puede gobernar, porque las Cortes Constituyentes, llevadas de un afán ultraparlamentario y ultrademocrático, han hecho un instrumento de Gobierno que está plagado de dificultades, y en estos instantes en los cuales en el mundo entero va conquistando adeptos la corriente antidemocrática y antiparlamentaria, empeñarse en mantener una Constitución de este tipo no llevará más que a una solución: una dictadura de izquierda o una dictadura de derecha, que no apetezco para mi Patria, porque es la peor de las soluciones en que pudiéramos pensar. (El señor PRIMO DE RIVERA: "De izquierdas o de derechas es mala solución. Una integral, autoritaria, es una buena solución".) No creo preciso discutir con nadie en estos momentos, y menos con personas a quien estimo tanto como al señor Primo de Rivera, la conveniencia de una dictadura de izquierdas o de derechas, ni tampoco las soluciones venturosas de una dictadura de tipo nacional. Yo sé por dónde S.S. va, y he de decir, para que a todos nos sirva de advertencia, que por ese camino marchan muchos españoles, y esa idea va conquistando a las generaciones jóvenes; pero yo, con todos los respetos debidos a la idea y a quien la sostiene, tengo que decir con toda sinceridad que no puedo compartir ese ideario, porque para mí un régimen que se basa en un concepto panteísta de la divinización del Estado y en la anulación de la personalidad individual, que es contrario incluso a principios religiosos en que se apoya mi política, nunca podrá estar en mi programa, y contra ella levantaré mi voz, aunque sean afines y amigos míos los que lleven en alto esa bandera. (Grandes aplausos en el centro.)


EI señor PRIMO DE RIVERA:


  Permitidme, señores diputados –y sirvan estas primeras palabras de excusa y saludo–, que tercie en una discusión en la que hoy no esperaba hacerme oír, para poner en claro, con la misma publicidad que ha rodeado a las palabras, siempre tan acertadas y tan hábiles, del señor Gil Robles, algo que pudiera parecer una imputación ideológica para una juventud a la que ha aludido y de la que acaso tenga yo algún título para considerarme parte.

  El señor Gil Robles ha dicho que es mala solución una dictadura de derechas y que es mala solución una dictadura de izquierdas. Pues bien: los miembros de esa juventud de la que formo parte consideramos que no es sólo mala una dictadura de derechas y una dictadura de izquierdas, sino que ya es malo que haya una posición política de derechas y una posición política de izquierdas. El señor Gil Robles entiende que el aspirar a un Estado integral, totalitario y autoritario es divinizar al Estado, y yo le diré al señor Gil Robles que la divinización del Estado es cabalmente lo contrario de lo que nosotros apetecernos.

  Nosotros consideramos que el Estado no justifica en cada momento su conducta, como no la justifica un individuo, ni la justifica una clase, sino en tanto se amolda en cada instante a una norma permanente. Mientras que diviniza al Estado la idea rousseauniana de que el Estado, o los portadores de la voluntad que es obligatoria para el Estado, tiene siempre razón; lo que diviniza al Estado es la creencia en que la voluntad del Estado, que una vez manifestaron los reyes absolutos, y que ahora manifiestan los sufragios populares, tiene siempre razón. Los reyes absolutos podían equivocarse; el sufragio popular puede equivocarse; porque nunca es la verdad ni es el bien una cosa que se manifieste ni se profese por la voluntad. El bien y la verdad son categorías permanentes de razón, y para saber si se tiene razón no basta preguntar al rey –cuya voluntad para los partidarios de la soberanía absoluta era siempre justa–, ni basta preguntar al pueblo –cuya voluntad, para los rousseaunianos es siempre acertada–, sino que hay que ver en cada instante si nuestros actos y nuestros pensamientos están de acuerdo con una aspiración permanente. (Muy bien.)


  Por eso es divinizar al Estado lo contrario de lo que nosotros queremos. Nosotros queremos que el Estado sea siempre instrumento al servicio de un destino histórico, al servicio de una misión histórica de unidad: encontramos que el Estado se porta bien si cree en ese total destino histórico, si considera al pueblo como una integridad de aspiraciones, y por eso nosotros no somos partidarios ni de la dictadura de izquierdas ni de la de derechas, ni siquiera de las derechas y las izquierdas, porque entendemos que un pueblo es eso: una integridad de destino, de esfuerzo, de sacrificio y de lucha, que ha de mirarse entera y que entera avanza en la Historia y entera ha de servirse. (Muy bien.)

martes, 20 de septiembre de 2011

LO JURÍDICO. EL DESTINO DE LA REPÚBLICA


  Desde el punto de vista del derecho público, la realidad española anterior al presente régimen se caracteriza por esto: España era un país sin verdadero estatuto jurídico; un país gobernado por el arbitrio personal. En el cacique de pueblo empezaba y en el jefe de grupo parlamentario concluía toda una escala de dictadores, para quienes la pericia en esquivar el cumplimiento de las leyes era el mejor timbre de aptitud. Así, ¿cómo iba a haber ciudadanía? Si la ciudadanía, virtud social, ya pugna con nuestro temperamento anárquico, imagínense lo que ocurriría cuando, además, para actuar ciudadanamente, es decir, para mantener en juego eficaz la máquina de nuestros derechos públicos, era indispensable nacer con cualidades de héroe. Recargos en la contribución, exclusiones de las listas electorales, multas y otras mil molestias caían implacablemente sobre el que trataba de ejercer sus derechos frente al depositario local o nacional del Poder público. Claro está que las leyes daban recursos contra todo; pero de tan largo, costoso y a menudo ineficaz ejercicio, que al cabo las víctimas –salvo las de temple heroico– acababan por capitular. De ahí esa marrullero conformidad con el que mandaba, fuese quien fuese, en cada momento, y esas conversiones colectivas, socarronas, de pueblos enteros a las diferentes doctrinas políticas de quienes alternativamente entraban a regirlos. Con tal de vivir en paz se renunciaba al estatuto de derechos y se procuraba granjear, con sumisiones, el arbitrio de los dictadores de turno. No se hará mal en grabar profundamente dentro de nosotros esta idea: el ciudadano español, durante el antiguo régimen, no tuvo nunca, fuera del papel inobservado, un verdadero estatuto jurídico. Es decir, un cuadro permanente de derechos que le permitiera prever las consecuencias de sus actos y que le resguardara, por consiguiente, contra la imprevisible arbitrariedad del que gobernaba. Complementado, como es de rigor, por una organización judicial eficaz e independiente.

  La Dictadura no fue, pues, un régimen de excepción; fue un período más de gobierno personal. Con la diferencia de que los demás Gobiernos usaban siempre el arbitrio en algún provecho particular: de familia, de partido o de clase, y además se enmascaraban con la vestidura de regímenes jurídicos, mientras que la Dictadura se dejó guiar únicamente por la aspiración al bien público, y, además, proclam6 con lealtad su propósito de proceder extralegalmente, recurso quirúrgico que estimó indispensable para remediar la descomposición a su advenimiento.

  Esta lealtad en la proclamación del carácter dictatorial fue la que dio pie a una serie de políticos antiguos, dictadores solapados todos, para denunciar con escándalo a la Dictadura como antijurídica. La crítica era extremadamente superficial; pero a su aceptación por el público contribuyeron dos factores: la incultura política del país y la incomprensible torpeza de nuestros intelectuales, quienes todavía no han logrado entender cuánto había de profundo, de histórico, en el fenómeno de la Dictadura. Cuando se lee la Prensa antidictatorial y se aprecia el tono chabacano de sus ataques (calumnias e insultos mezclados con los restos de una ideología política de desecho evitada ya en toda Europa por quien no haya suspendido sus lecturas en los últimos veinte años), llega a temerse que un pueblo guiado por tales periódicos no podrá nunca llegar a constituir verdadero cuerpo político.

  Andando el tiempo se verá cómo la Dictadura no fue menos jurídica que los demás Gobiernos, cómo los aventajó en la rectitud de propósitos (de ahí que no, halagara a ninguna clase ni tratara de asegurarse la permanencia), cómo minó algunos reductos, al parecer inexpugnables, del antiguo régimen, y cómo, además, proporcionó a España seis años de buena administración. Si la Dictadura no hubiese ahuyentado de España los apremiantes fantasmas de Marruecos, del paro, del déficit, del terrorismo, ¡a buena hora podría estar para estas fechas jugando tranquilamente a la República don Niceto Alcalá Zamora!

  Ahora bien: el 14 de abril último ha triunfado en España una revolución "liberal". Esto parecería absurdo en cualquier otro país. Pero es lógico en el nuestro, porque aquí, como viene diciéndose desde el principio de este trabajo, aún no habíamos ganado efectivamente nuestro estatuto de derechos públicos. Los españoles veníamos gobernados por el arbitrio personal; unas veces mejor y otras peor; pero arbitrio siempre. Así, pues, la conquista del derecho público no era todavía en España un anacronismo.

  Por eso, nada probablemente arrastró mayor número de adhesiones a la República que el manifiesto de los señores Ortega y Gasset, Pérez de Ayala y Marañón. Aquellas promesas de una legalidad ágil y transparente (éstas eran, más o menos, las palabras), en otro país habrían sonado a trasnochada ingenuidad; pero en el nuestro sonaban a esperanza. De seguro que cuantos votaron la República influidos por aquella alocución, lo hicieron con el afán, más o menos preciso en su pensamiento, de alcanzar para España la característica de los pueblos civilizados: aquellos pueblos que se rigen por un estatuto jurídico, protector, para cada ciudadano, contra toda sorpresa y todo abuso de poder.

  ¡Este era el destino de la República! Porque claro está que no faltan energúmenos para quienes la misión de la República consiste en ensangrentarse con venganzas. Pero ese consejo no vendrá del lado de los mejores. El aplicar la ley, por dura que sea, es operación jurídica. El salirse de la ley, aunque sea a estímulos de la cólera popular (agitada artificialmente por unos cuantos periódicos descalificados) es antijurídico, arbitrario; es decir, característico, con mayor gravedad, de lo que representaba el antiguo régimen y contradictorio de lo que se nos prometió como auténtico destino de la República.

  Si nos halláramos ante una revolución social, serían 16gicos, aunque siguieran siendo detestables, los Tribunales de salvación y las penas arbitrarias. Pero nos hallamos ante una revolución jurídica, cuyas promesas en el orden social están lejos de ser revolucionarias; como jurídica ha comparecido la República, y solamente se explica por su juridicidad. ¡Ay de ella si falta a su auténtico destino y se deja arrastrar por los energúmenos!

  Como se está dejando arrastrar en casi todo. Porque, en verdad, puede afirmarse que nunca ha Regado ningún poder arbitrario español a lo que la República ha hecho en dos meses de vida. Jamás se han respetado menos los derechos individuales, ni han sido menos previsibles las consecuencias jurídicas de nuestros actos: prisiones gubernativas, espionajes, delaciones, violación de secretos, suspensión de periódicos, persecuciones políticas, disolución de Tribunales, se han prodigado con abundancia desconocida. Nunca el estatuto jurídico de cada español ha sido muralla más frágil que ahora. Ni el principio de irretroactividad de las normas se respeta. Nadie sabe los derechos que tendrá al día siguiente. Vivimos en una dictadura que ni aún se justifica por la necesidad de vencer fuertes movimientos reaccionarios: La masa monárquica de ningún país aceptó la República con más tranquila resignación que la española. ¿Para qué entonces esto?

  El Gobierno de la República, y después las Cortes Constituyentes, pueden seguir atropellando a los adversarios; podrán, incluso, saltar por encima de las leyes y entregar injustamente cabezas a la cólera popular, como han dicho unas palabras recientes e insensatas. Todo eso le granjeará aplausos turbulentos. Lo aplaudirán aquellas gentes, totalmente faltas de sensibilidad jurídica y de elegancia espiritual, para quienes la tiranía no es por sí misma odiosa, sino sólo cuando es ejercitada por los adversarios; esas que propenden a producir rencorosos tiranuelos en cuanto cae en sus manos una brizna de poder. Para el aplauso de los tales habrá sacrificado la República su verdadero destino. Los españoles capaces de percibirlo (los únicos cuya opinión importa. en suma) se hallarán, como siempre, sin estatuto jurídico, entregados al arbitrio de los dictadores. Ahora son otros, y otros, por consiguiente, los perseguidos. Pero eso, ¿qué más da? Renacerá la desconfianza en el poder de los propios derechos y volverá la adhesión cobarde y socarrona a los caciques de turno. En una palabra: la revolución del 14 de abril habrá malogrado su destino. ¿Podrá, en plena fiebre, improvisarse otro?

  De todos modos, el que se improvise no tendrá la belleza del primero; del que aún puede cumplir; del único que, acaso, pudiera, en parte, consolarnos a todos de la pérdida de tantas cosas.

  JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA

  La Nación, 12 de junio de 1931.

lunes, 18 de julio de 2011

EL ÚLTIMO MANIFIESTO DE JOSÉ ANTONIO

  Un grupo de españoles, soldados unos y otros hombres civiles, no quieren asistir a la total disolución de la Patria. Se alza hoy contra el Gobierno traidor, inepto, cruel e injusto que la conduce a la ruina.

  Llevamos soportando cinco meses de oprobio. Una especie de banda facciosa se ha adueñado del Poder. Desde su advenimiento no hay una hora tranquila, ni hogar respetable, ni trabajo seguro, ni vida resguardada. Mientras una colección de energúmenos vocifera –incapaz de trabajar– en el Congreso, las casas son profanadas por la Policía (cuando no incendiadas por las turbas), las iglesias entregadas al saqueo, las gentes de bien encarceladas a capricho por tiempo ilimitado; la ley usa dos pesos desiguales: uno para los del Frente Popular, otro para quienes no militan en él; el Ejército, la Armada, la Policía, son minados por agentes de Moscú, enemigos jurados de la civilización española; una Prensa indigna envenena la conciencia popular y cultiva todas las peores pasiones, desde el odio hasta el impudor; no hay pueblo ni casa que no se hallen convertidos en un infierno de rencores: se estimulan los movimientos separatistas; aumenta el hambre, y, por si algo faltara para que el espectáculo alcanzase su última calidad tenebrosa, unos agentes del Gobierno han asesinado en Madrid a un ilustre español, confiado al honor y a la función pública de quienes lo conducían. La canallesco ferocidad de esta última hazaña no halla par en la Europa moderna y admite el cotejo con las más negras páginas de la Checa rusa.

  Este es el espectáculo de nuestra Patria en la hora justa en que las circunstancias del mundo la llaman a cumplir otra vez un gran destino. Los valores fundamentales de la civilización española recobran, tras siglos de eclipses, su autoridad antigua, mientras otros pueblos que pusieron su fe en un ficticio progreso material ven por minutos declinar su estrella; ante nuestra vieja España misionera y militar, labradora y marinera, se abren caminos esplendorosos. De nosotros, los españoles, depende que los recorramos. De que estemos unidos y en paz, con nuestras almas y nuestros cuerpos tensos en el esfuerzo común de hacer una gran Patria, Una gran Patria para todos, no para un grupo de privilegiados. Una Patria grande, unida, libre, respetada y próspera. Para luchar por ella rompemos hoy abiertamente contra las fuerzas enemigas que la tienen secuestrada. Nuestra rebeldía es un acto de servicio a la causa española.

  Si aspirásemos a reemplazar un partido por otro, una tiranía por otra, nos faltaría el valor –prenda de almas limpias– para lanzarnos al riesgo de esta decisión suprema. No habría tampoco entre nosotros hombres que visten uniformes gloriosos del Ejército, de la Marina, de la Aviación, de la Guardia Civil. Ellos saben que sus armas no pueden emplearse al servicio de un bando, sino al de la permanencia de España, que es lo que está en peligro. Nuestro triunfo no será el de un grupo reaccionario, ni representará para el pueblo la pérdida de ninguna ventaja. Al contrario: nuestra obra será una obra nacional, que sabrá elevar las condiciones de vida del pueblo –verdaderamente espantosas en algunas regiones– y le hará participar en el orgullo de un gran destino recobrado.


  ¡Trabajadores, labradores, intelectuales, soldados, marinos. guardianes de nuestra Patria: sacudid la resignación ante el cuadro de su hundimiento y venid con nosotros por España una, grande y libre. Que Dios nos ayude! 

¡Arriba España!

Alicante, 17 de julio de 1936.

JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA

lunes, 27 de junio de 2011

¡ALARMA!

  Con ostentosa publicidad, los cabecillas del socialismo lanzan a diario sus amenazas de revolución. Con la misma publicidad, por lo menos, ha de ser lícito a todos dar la señal de alarma.

  Descontando lo que hay de bravata inocua en las baladronadas socialistas, sería insensato quien quisiera ignorar el peligro verdadero que el socialismo representa. Dos años de gobierno omnímodo han convertido las Casas del Pueblo en arsenales y han permitido al socialismo conocer libremente los resortes con que el Estado cuenta para defenderse. Hasta la penetración en esos resortes ha sido intentada y, en parte, conseguida por el socialismo.

  Este, ahora, queriendo que se le perdonen las injusticias que hizo sufrir cuando mangoneaba, a las demás agrupaciones obreras, lanza a los cuatro vientos la invitación al "frente único". Todos los obreros –dicen los socialistas– han de unirse para llevar a cabo la revolución social.

  Puestas así las cosas, los primeros a quienes hay el deber de avisar es a los obreros. ¡Cuidado, obreros, con los apóstoles de la "revolución social"! ¡En guardia contra los políticos!" Todo el que quiera movilizar las masas sindicales para fines políticos debe ser mirado como sospechoso. Los Sindicatos son los instrumentos de ataque y de defensa del proletariado en tanto no concluya la lucha de clases. Pero los que invitan a los Sindicatos a salirse de su cauce propio aspiran a encaramarse sobre los trabajadores organizados con propósitos bien ajenos a la clase obrera. Piensen los obreros cuánto mejor avenidos han estado los ministros socialistas con los grandes monopolios y con la alta banca, que diligentes en deparar a los mismos obreros las ventajas prometidas cuando solicitaron sus votos.

  Pero las que necesitan, en esta hora, más apremiante advertencia son las clases acomodadas.

  ¡Ay de ellas si no saben separar estas dos cosas: movimiento obrerista e intento revolucionario!

  En cuanto a lo primero, queda todavía muchísimo por hacer. No es tolerable que nadie viva en paz mientras para millones de semejantes nuestros la vida elemental, mínima, puramente el pan y el mísero albergue, es poco menos que un azar, puesto en peligro casi cada jornada. Debemos ir pensando en que una comunidad bien regida no puede considerar a los obreros como una clase con la cual se regatea desde el Poder, sino como una de las unidades integrantes del común destino de la Patria. Antes que nada, de una vez, hay que proporcionar a todos cuantos conviven en un pueblo un mínimum humano y digno de existencia. Y esto no por limar las uñas al peligro revolucionario, sino porque es profundamente justo.

  Mas la revolución que tenemos a la vista es otra cosa. Eso ya no es el movimiento obrero, sino el intento de asalto del Poder por gentes políticas rencorosas y odiosas, algunas que tienen tan poco que ver con los obreros, como Azaña y Casares Quiroga. Estas gentes, por un afán satánico de desquite, están pactando incluso con los separatistas de toda especie. Su rencor vale más que España; poco importa para ellos que España se hunda o se destroce con tal de ver satisfecho su rencor.

  Contra tales gentes no puede haber cuartel. Son la antipatria y el antiespíritu. La ferocidad materialista, seca, inhumana y despiadada. ¡Todos contra ellos!

  Pero ¡ay otra vez si las clases acomodadas quieren poner en juego, como únicos estímulos antirrevolucionarios, su comodidad, su egoísmo y su nostalgia de perdidos privilegios! Frente a la antipatria, hecha mito actuante, no puede alzarse más que la empresa limpia de la Patria. La Patria sin segunda idea, con todo lo que tiene de directamente atractivo, pero, justamente, con todo lo que exige de abnegado. La Patria de todos, no la de los privilegiados. La Patria fuerte y unida, militante y justa. La que soñamos para el esfuerzo y para la muerte los que formamos en la Falange.

  Nada, pues, de heladas milicias rompehuelgas. Nada de equipos mixtos, sin emoción, de muchachos más o menos combatientes. ¡Todos a las mismas filas y a la misma señal de mando! Los cobardes y cicateros –aquellos que, a falta de otra cosa, deben dar su dinero generosamente– saldrán malparados triunfe quien triunfe. No es hora de dudas. Ha sonado –el enemigo está a la puerta– el toque de alarma.

  FE, núm. 7, 22 de febrero de 1934.

viernes, 17 de junio de 2011

EL RUIDO Y EL ESTILO

  Ahora resulta que nosotros, los de la Falange, hemos preferido la clandestinidad a la propaganda abierta. Calculo que Miguel Maura no tomará como base de su imputación los días en que vivimos, porque si tal hiciera, yo tendría que retirar mi presunción de que obra de buena fe. El que ahora tengamos los centros cerrados, la Prensa suspendida y la tribuna silenciosa se debe a menudas circunstancias, ajenas a nuestra voluntad, que ni Maura ni nadie puede desconocer. Pero ¿antes? Hay para hacerse cruces. Durante el año anterior al 16 de febrero, contra viento y marea –porque también aquellos ministros de la Gobernación procuraron por temporadas hacemos la vida imposible–, publicamos un semanario, dimos cerca de doscientos mítines, abrimos centros en todas las provincias de España y publicamos tres millones de hojas impresas, y, por último, presentamos cuarenta y tantas candidaturas para las elecciones generales. Yo creía que todo esto no era clandestinidad. Ahora veo que me equivocaba. ¿Qué habrá llegado a saber de nuestro Movimiento el ciudadano medio español cuando político tan alerta como Miguel Maura, en trance de escribir benévolamente acerca de nosotros, ni siquiera conoce que hayamos dado señales de vida? Más: ignora hasta nuestro nombre. Dice que nuestro fascismo no tiene de italiano sino el nombre. Y, cabalmente, el nombre es lo que no tiene ni ha tenido nunca: jamás se ha llamado fascismo en el olvidado párrafo del menos importante documento oficial ni en la más humilde hoja de propaganda. Así, ¡ay!, nos conocemos unos a otros en esta España de nuestros desvelos. ¿No sería cosa de pensar, aunque nos pegáramos mucho, en escucharnos los unos a los otros alguna que otra vez?

  Precisamente cuando unos cuantos nos lanzamos a fundar lo que ahora parece a Miguel Maura realidad preocupadora nos impusimos como el más estricto deber el de conservar, sobre todo, aun en las manifestaciones más ásperas de la lucha, dos cosas, que casi son una: el rigor intelectual y el estilo. Nos horrorizaba la recaída en aquellos semibalbuceos de nuestro advenimiento que interpretaba como fascismo o cosa parecida el saludo, consignas secretas y el reparto clandestino de unas docenas de pistolas. Si Miguel Maura hubiera tenido la amabilidad de leer algunos de mis discursos –desde el de la Comedia, el 29 de octubre de 1933, hasta el del domingo anterior a las últimas elecciones–; si hubiera leído los trabajos publicados en Arriba, humildemente anónimos las más de las veces, por mis camaradas de más clara cabeza, notaría que nuestro Movimiento es el único Movimiento político español donde se ha cuidado intransigentemente de empezar las cosas por el principio. Hemos empezado por preguntamos qué es España. ¿Quién la vio antes que nosotros como unidad de destino? Analice Miguel Maura este concepto, y verá cómo recoge y explica todo lo inmanente y lo trascendente de España; cómo abraza, por ejemplo, en una superior armonía, la diversidad regional, tan peligrosa en manos de los nacionalistas disolventes como de la gruesa patriotería de charanga. Así, empezando por preguntarnos qué es España, nos forjamos todo un sistema poético y preciso que tiene la virtud, como todos los sistemas completos, de iluminar cualquier cuestión circunstancial. La Falange es el único partido nacional –los marxistas no son nacionales– que responde a un cuerpo de doctrina formulado, con rigor hasta la última coma, en 27 proposiciones. Un cuerpo de doctrina y no un recetarlo de soluciones caseras, porque eso lo tienen casi todos, y nosotros no lo tenemos, gracias a Dios.

  Pero ¡si hasta hemos oído burlas por este prurito sistemático! Si por tratar yo en el Congreso, al hablar no menos que de la revolución de Asturias, de verla bajo especie de historia, el señor Gil Robles me llamó ensayista. ¡Ensayista! Ya se da cuenta Miguel Maura de que, en boca del señor Gil Robles, esta palabra tiene toda la intención de un agudo sarcasmo.

  Por habernos portado como ensayistas, por no haber caído en la idolatría de la actividad, de la agitación ruidosa y vana –de eso que llama Rafael Sánchez Mazas la retórica de la acción–, creo que hemos preservado a nuestra obra contra muchos gérmenes de fracaso. ¡Qué duros tiempos de prueba soportaría ahora si no le hubiéramos impuesto a tiempo aquella sal del bautismo! Y no aludo a las dificultades exteriores, como encarcelamientos y otros fastidios. Eso son peripecias pasajeras. Aludo al riesgo tremendo de deformación. Ahora todos se vuelven fascistas. Hay como una carrera de aspirantes a dictadores. Desde los sitios más dispares se lanzan guiños –en ocasiones, casi indecentes– para ver si la Falange cautiva se deja raptar por esos ocasionales donjuanes. Pero, claro, la Falange, sin saber por qué –estas cosas, adquiridas por vía poética, casi religiosa, no hallan expresión en boca de todos los fieles–; la Falange, sin saber por qué, descubre en sus galanteadores un impalpable matiz grotesco. Su locuacidad flatulenta, su impudor para lanzar al aire las palabras más delicadas y solemnes, su urgencia para llegar a resultados prácticos, su falta de alusión a los primeros principios... Todo eso hace que a la Falange le suene la palabrería de sus pretendientes como un lenguaje extraño y sospechoso. Lo que entre nosotros se comunica en media palabra queda oscurecido en torrentes de vocablos ajenos. Ese estilo de los recién llegados se denuncia a la legua, por lo mismo que cuidar el estilo fue nuestra permanente preocupación.

  Ahora oímos todos los días: "La Patria", "El Ejército", "Antimarxismo", "Estado totalitario", "Me declaro fascista..." y centenares de cosas más. Pero todo como en un torbellino, como en una algarabía, sin que pueda saberse a qué ley matemática y a qué ley de amor obedece. Más parece eso la invitación a un baile de disfraces que la invitación para embarcarse en una empresa religiosa y militar de hacer historia.

  Por eso, puede creerlo Miguel Maura, asisto al correr de estos días con impasible tranquilidad. Y hasta acepto que se me eche en cara, con justicia o con injusticia, el no haber movido demasiado la propaganda de periódicos, carteles, "radio", automóviles, discursos... Acaso sea lo mejor.

  (La censura prohibió en abril de 1936 la publicación de este artículo en Informaciones, que apareció en Baleares el 6 de enero de 1940)

lunes, 2 de mayo de 2011

LA VOZ DEL JEFE DESDE EL CALABOZO

  "¡NO DESMAYEIS! SABED QUE EN SUS FOCOS ANTIGUOS LA FALANGE SE MANTIENE FIRME A LA INTEMPERIE, Y QUE EN ESTAS HORAS DE ABATIMIENTO COLECTIVO ELLA REHABILITA, CON SU CORAJE COMBATIENTE, EL DECORO NACIONAL DE LOS ESPAÑOLES"


  Como anunció la Falange antes de las elecciones, la lucha ya no está planteada entre derechas e izquierdas turnantes. Derechas e izquierdas son valores incompletos y estériles; las derechas, a fuerza de querer ignorar la apremiante angustia económica planteada por los tiempos, acaban de privar de calor humano a sus invocaciones religiosas y patrióticas; las izquierdas, a fuerza de cerrar las almas populares hacia lo espiritual y nacional, acaban por degradar la lucha económica a un encarnizamiento de fieras. Hoy están frente a frente dos concepciones TOTALES del mundo; cualquiera que venza interrumpirá definitivamente el turno acostumbrado; o vence la concepción espiritual, occidental, cristiana, española de la existencia, con cuanto supone de servicio y sacrificio, pero con todo lo que concede de dignidad individual y de decoro patrio, o vence la concepción materialista rusa de la existencia, que, sobre someter a los españoles al yugo feroz de un ejército rojo y de una implacable policía, disgregará a España en repúblicas locales –Cataluña, Vasconia, Galicia– mediatizadas por Rusia.

  Rusia, a través del partido comunista, que rige con sus consignas y con su oro, ha sido la verdadera promotora del Frente Popular español. RUSIA HA GANADO LAS ELECCIONES. Sus diputados son sólo quince, pero los gritos, los saludos, las manifestaciones callejeras, los colores y distintivos predominantes son típicamente comunistas. Y el comunismo manda en la calle; en estos días, los grupos comunistas de acción han incendiado en España centenares de casas, fábricas e iglesias; han asesinado a mansalva, han destruido y nombrado autoridades..., sin que a los pobres pequeños burgueses, que se imaginan ser ministros, les haya cabido más recurso que disimular esos desmanes bajo la censura de la Prensa.

* * *

  El Gobierno pequeño burgués no ha hecho más que capitular en el mes escaso que lleva de vida. He aquí el breve saldo de su labor:

  1º. ANMSTIA.–Quizá fuera conveniente. Era, desde luego, justa para los dirigidos y alucinados, sobre todo desde que los cabecillas habían logrado la impunidad. Pero el Gobierno no ha podido darla a su tiempo, por sus trámites, sino de cualquier manera, forzando los resortes y, sobre todo, cuando ya las turbas en muchos sitios, se las había tomado por su mano.

  2º. EL ESTATUTO.–También aprisa y corriendo. Completado el acuerdo de la Comisión Permanente con la sentencia presurosa dictada por el dócil Tribunal de Garantías. Azaña quiere comprar a precio de la unidad de España la asistencia de los catalanes contra los marxistas. Pero a la hora del triunfo marxista, si llega, se encontrará con que Cataluña, así como Galicia, Vasconia y Valencia –las cuatro regiones, nótese la casualidad, donde el socialismo es menos fuerte–, se separan de la quema nacional, para constituirse en Estados nacionalistas aparte. Ello será la desaparición de España y la muerte, por aislamiento, de sus tierras interiores.

  3º. AYUNTAMIENTOS Y DIPUTACIONES.–No han sido REPUESTOS los del 12 de abril, sino nombrados libremente: en los más de los sitios, los que han querido designar comunistas y socialistas. Es decir, que en el día de hoy, una parte grandísima de las autoridades locales, con el poder que ejercen sobre la fuerza pública, se pondrían EN CONTRA DEL ESTADO si los comunistas lo quisieran asaltar.

  4º. DESPIDO DE OBREROS.–Miles y miles de obreros legítimamente colocados, según el orden jurídico nacional, han sido puestos en la calle para que los sustituyan los que, con arreglo a las leyes republicanas del primer bienio, perdieron sus puestos en octubre de 1934. A éstos, además, hay que indemnizarlos como si hubieran sido víctimas de despido injusto. Quebrarán con ello numerosas empresas y aumentará el paro.

  5º. VEJACIONES.–Mientras tanto, el Gobierno, reincidiendo con torpeza increíble en los usos de la anterior etapa de Azaña, gasta la Policía en llevar la zozobra a las casas de los que supone políticamente desafectos: registros, intervención de correspondencia, detenciones arbitrarias se multiplican. Hay quien lleva más de quince días incomunicado en los sótanos espeluznantes de la Dirección General de Seguridad, comparables con las prisiones de la Edad Media.

  6º. DESASTRE ECONOMICO.–EN vez de buscar, a tono con los tiempos, una dirección estatal, integradora de la economía, con respecto a la iniciativa individual en la base, se está protegiendo la dirección gran capitalista por arriba, mientras se alienta por abajo la perturbación socializadora y burocrática que los marxistas manejan. Es decir, en vez de sustituir un sistema económico –el capitalista– por otro igualmente completo, se está conservando arriscadamente el capitalismo, pero metiéndole chinas en los engranajes.

  7º. DESORDEN PUBLICO.–Pese a la censura, nadie ignora ya lo que ha pasado en Alicante, en Granada, en Toledo, en Cádiz, en Vallecas, en el mismo corazón de Madrid, a un paso del Ministerio de la Gobernación. Muchos cientos de miles de españoles han visto las llamas de los incendios. Cientos de familias llevan luto por los asesinados. Y hasta en uniformes militares perdura la huella de ultrajes públicos; innumerables pueblos y ciudades de España, incomunicados, han sido presa del pillaje en estos días.

  ¿Qué harán ante esto los españoles? ¿Esperar cobardemente a que desaparezca España? ¿Confiar en la intervención extranjera? ¡Nada de eso! Para evitar esta última disolución en la vergüenza, tiene montadas sus guardias, firme como nunca. FALANGE ESPAÑOLA DE LAS J.0.N.S.

  Mientras tantas hinchadas apariencias se hundieron al primer golpe de adversidad, la Falange, sin dinero y perseguida, es la única que mantiene su alegre fe en un resurgimiento de España y su duro frente contra asesinatos y tropelías. Más que a nadie, vayan estas palabras a vosotros, camaradas de todos los rincones de España, cercados por el silencio de la Prensa intervenida, acometidos por la ferocidad de los bárbaros vencedores, vejados por la injusticia de grotescos gobernadores y alcaldes. ¡No desmayéis! Sabed que en sus focos antiguos la Falange se mantiene firme a la intemperie –¿qué más da que le clausuren los centros?–, y que en estas horas de abatimiento colectivo ella rehabilita, con su coraje combatiente, el decoro nacional de los españoles.

  En la propaganda electoral se dijo que la Falange no aceptaría, aunque pareciera sancionarlo el sufragio, el triunfo de lo que representa la destrucción de España. Ahora que eso ha triunfado, ahora que está el Poder en las manos ineptas de unos cuantos enfermos, capaces, por rencor, de entregar la Patria entera a la disolución y a las llamas, la Falange cumple su promesa y os convoca a todos –estudiantes, intelectuales, obreros, militares, españoles– para una empresa peligrosa y gozosa de reconquista.

  ¡ARRIBA ESPAÑA!

  Por Falange Española de las J.0.N.S.

  El Jefe Nacional.

  JOSE ANTONIO PRIMO DE RIVERA

(Hoja escrita por José Antonio en los sótanos de la Dirección General de Seguridad el 14 de marzo de 1936)

miércoles, 20 de abril de 2011

CATALUÑA Y EL 6 DE OCTUBRE

  Más grave que todo lo que está aconteciendo en estos días es la marcha vertiginosa de los partidos separatistas catalanes hacia el recobro de su absoluto predominio y, quizá más grave que eso, la indiferencia española ante el fenómeno.

  No es que parezca como si no se hubiera producido el 6 de octubre; es que parece –y es– que ha triunfado el 6 de octubre. Aquel 6 de octubre en que se gritó: "¡Catalanes, a las armas!" contra España.

  Los mismos nombres en el Poder. Y aclamaciones frenéticas por las calles para quienes simbolizan la muerte de oficiales y soldados que salieron a las calles de Barcelona en defensa de la unidad.

  En el frenesí de la multitud apiñada en torno a Companys, ni un "¡Viva España!" se ha escapado. Todo ha sido vivas a Cataluña y a la República, proferidos con el designio patente de eludir la pronunciación del odiado nombre de, España. De igual manera se eludirá el pronunciado en la formación de la infancia catalana, ya en camino de ser entregada por entero a manos separatistas. Ni siquiera se guardará para España un silencio de extranjería, sino que se empleará el más cauto rencor en extirpar del alma de los niños eso que llaman los separatistas el asimilismo español.

  Sean cuales sean los requerimientos de la hora, no neguemos ni un instante de desvelos a esta terrible inminencia de Cataluña.

  De la tierra española de Cataluña, que por nada, cueste lo que cueste, nos avendremos a perder.

(Arriba, núm. 34, 5 de marzo de 1936)

miércoles, 6 de abril de 2011

PALABRAS PRONUNCIADAS EN MADRID, EN EL CENTRO DE FALANGE, EN LA CALLE NICASIO GALLEGO, NUMERO 21 (ÚLTIMO LOCAL DE LA ORGANIZACIÓN), EL 20 DE FEBRERO DE 1936

  Luego de hacer alusión a su recorrido por Madrid, refiriendo que los centros de los partidos políticos denominados "de orden", que en víspera de elecciones rebosaban de gente, se encontraban ahora desiertos y con sus dirigentes escondidos o a punto de abandonar España, si es que no lo habían hecho ya, con la premura que abandonan las ratas el barco que se incendia, manifestó lo siguiente: "A todo ese tinglado electorero y falseador de nuestra trágica realidad parece habérselo tragado la tierra. Todos huyen, todas las defensas se hunden presas de pánico, mientras vosotros estáis aquí, sin necesidad de convocatoria ni de otros apremios que el servicio de España. Cantando nuestros himnos, sin imprecaciones ni fanfarronadas, iremos dispuestos con alegría al sacrificio y al combate. Nosotros no retrocederemos, porque nuestros muertos se encargarán de impedir que en nuestras filas cunda el desaliento o la flaqueza."

  "El despido de estos magníficos camaradas que en octubre de 1934 ocuparon su puesto de trabajo o siguieron en él a pesar de los tiros y de las amenazas del marxismo ensoberbecido, es una profunda lección que los elementos de la antipatria colocan ante nuestra vista para que no la olvidemos nunca. Así será el sentido de este aprendizaje: amargo por un lado, alentador y fecundo por el otro; desde hoy, para todos nosotros queda patente que la primera y mas urgente petición es la de readmisión de estos auténticos obreros represaliados, no por abandonar el trabajo, sino por haber estado en todo momento cumpliéndolo."

  José Antonio recordó a los obreros caídos: a Angel Montesinos, a García Vara, a Corpas, a Rivas, al "Manco" (1) y a otros asesinados la víspera en los derribos de la vieja plaza de toros. Aludió a la lucha por el pan y la justicia contra el marxismo y las derechas; al famoso asalto a los tajos que compartiera con ellos, a la actitud heroica del 7 de octubre, por la que ahora se veían despedidos.

  'No hay razón que apoye este caso típico de desquite, esta monstruosa represalia contra trabajadores,, sin más recurso que el jornal. La adversidad debe afinar nuestros sentimientos fraternales. Que nadie cierre los oídos al dolor o al sufrimiento de los camaradas. Que nadie posea para sí nada que no sea para todos los que lo necesiten.

  Conforme pase el tiempo –agregó por último– los días serán más difíciles. pero es igual. En nuestros puestos permaneceremos firmes hasta el último momento, orgullosos de sabernos cumplidores de una misión sublime y total, y persuadidos de que en el supremo instante podremos resumirla con un ¡arriba España!"

  Versión de Alfonso Gallego Cortés: "Diario de un falangista", cap. II; y Carlos Ruiz de la Fuente: "Relación oral". Madrid, 1956.
___________
(1)
"El Manco" se llamaba Ramón Faisán, ex legionario, manco en acción de guerra y cinco veces herido en campaña. A su lado cayó José Urra Goñi.

viernes, 18 de marzo de 2011

PALABRAS PRONUNCIADAS EN LA CLAUSURA DEL SEGUNDO CONSEJO NACIONAL DEL S.E.U. EL DIA 26 DE DICIEMBRE DE 1935

  Si algunas veces me acometió la duda de si los veteranos de la Falange llegaran a dirigir a España, en cambio no dudé nunca de que regirán los muchachos que han descubierto en la Falange su verdadera actitud ante España. No hay más que vieja política y nueva política. Más fuerte que las actitudes de derecha e izquierda es hoy, en la juventud española, la conciencia de generación.


  Entre unos y otros pueden los muchachos de hoy enzarzarse a tiros; pero, aunque combatan, todos se sienten unidos en una misma responsabilidad, en un mismo estilo. Los estudiantes de hoy se adiestran en el deporte, estudian –que es lo que parecería más irrealizable– y no se entristecen ni se marchitan en los sórdidos antros de esparcimiento que rodean a la calle de San Bemardo. Pronto se habrán entendido por encima de sus luchas y harán juntos a nuestra España verdadera. Y entonces nosotros, los que ya podremos consideramos viejos a la hora del relevo, ya que no del descanso, podremos decirnos con tranquilo orgullo: "Si no vencí reyes moros, engendré quien los venciera."

(Arriba, núm. 25, 26 de diciembre de 1935)

miércoles, 9 de marzo de 2011

DISCURSO PRONUNCIADO EN EL FRONTÓN CINEMA, DE ZARAGOZA, EL DIA 26 DE ENERO DE 1936

  Os debo, camaradas –comenzó–, la rendición de cuentas de un proceso interior que nos planteaba un grave problema de conciencia: la proximidad de una lucha electoral. Nosotros no podemos desentendemos de esa lucha, porque la Falange, como todo movimiento que aspira a triunfar, no puede eludir los combates en ningún terreno; ha de ir ganando paso a paso todas las posiciones; tiene que encargarse de cubrir el camino sinuoso y salvar las alturas, y al final del camino, por una línea recta, llegar hasta el ideal. Hizo observar que la lucha electoral, igual que la vida española entera, se presenta partida en dos bandos: a un lado, las izquierdas; al otro, las derechas. Mostró cómo en el fondo de nuestras almas vibra una simpatía hacia muchas gentes de la izquierda, las cuales –dijo– han llegado al odio por el mismo camino que a nosotros nos ha conducido al amor mediante la crítica de una España mediocre, entristecida, miserable y melancólica. Pero los que constituyen el bloque electoral de izquierdas son los marxistas; mejor dicho, los que preconizan el pensamiento marxista con un sentido asiático, antiespañol antihumano, y así, en el manifiesto que publicaron, después de una serie de vaguedades en las soluciones, muestran adjetivos muy diferentes que, completados con declaraciones más o menos claras, nos anuncian un nuevo período de guerra civil. Es decir, quieren introducir otra vez en España a los hombres que acaben con la esperanza de su salvación; quieren introducir en España una nueva revolución que deje pequeña a la anterior, lo cual llevará el desasosiego otra vez a los hogares españoles. Esto es lo que representa el frente de izquierdas, y ante esas intenciones, nosotros nos alistaríamos en el Frente Nacional para luchar contra las amenazas de un peligro asiático, –contra las amenazas de una guerra interior.

  Cuando nos hemos acercado a lo que se llama Frente Nacional, hemos encontrado, en primer lugar, una falta completa de carácter nacional. En el llamado Frente Nacional no hay más que un miedo pavoroso; sus componentes temen por sus privilegios materiales, y, además, están presentes los radicales.

  En la última noche de las Cortes, que se disolvieron cuando ya clareaba la madrugada, cuando nuestra fatiga era grande, yo me levanté y dije:

  "He estudiado el expediente Nombela y encuentro una estafa al Estado Español de dos millones y tantas pesetas", que precisé hasta los céntimos, sin que me rebatiera nadie ni lo más mínimo. Les dije en esa madrugada el juicio que me merecía don Alejandro Lerroux, sentenciado por la opinión pública y por la moral, y que entonces íbamos a ver si las Cortes se sentían o no compatibles con el señor Lerroux. Bolas blancas y bolas negras fueron cayendo en las urnas para enjuiciar el pasado próximo de don Alejandro Lerroux; pero al echar las bolas en las urnas, las Cortes sentenciaron su propia muerte. Era don Alejandro Lerroux la ancianidad averiada a quien intentaron salvar, con un abrazo amoroso, las Cortes españolas de derechas.

  La Falange, toda abnegación y sacrificio, es para salvar a España, no para defender intereses materiales ni para cubrir conductas descalificadas.

  Los carteles están llenos de contras y abajos; contra esto, contra lo otro, contra lo de más allá; abajo esto, abajo lo otro. Este lenguaje no es el nuestro. Nosotros queremos menos contras, menos abajos; queremos más arribas; arriba la Patria; queremos el pan y la justicia de la Patria. Cuando hablamos de Patria, no hay en nuestra boca una bandera contrabandista más; ya sabéis para cuántas cosas se emplea el nombre de la Patria.

  Vosotros habitáis en una tierra que linda con otra donde brota la hierba del separatismo, la tierra hermana de Cataluña, la que nosotros queremos reintegrar a los destinos nacionales españoles. En presencia del proceso espiritual de Cataluña, que a muchos hizo alejarse del patriotismo por el camino atormentado del odio, la Falange hace saber que confía no en una unidad territorial o racial, sino en una gran unidad de destino. La labor de la Falange está en unir uno a uno todos los destinos de España. Pero a España hay que verla sobriamente, exactamente; mucho cuidado con invocar el nombre de España para defender unos cuantos negocios, como los intereses de los Bancos o los dividendos de las grandes Empresas.

  Nosotros buscamos una patria para España, y cuando la tengamos, España recobrará su política internacional, España tendrá una política que le aconseje en unos casos la paz, quizá –por desgracia– en otros la guerra, y en otros le aconseje ser neutral, pero nunca por imposición de una potencia extranjera, sino por la voluntad de España.

  Queremos el pan para los españoles. No temáis que nosotros unamos nuestra voz a los que en esta ocasión electoral gritan que se interesan muchísimo por el obrero y hasta le ofrecen algunos abriguitos de punto y algunas meriendas, no; nosotros no ofrecemos abriguitos de punto; nosotros ofrecemos estas camisas azules, estas camisas que pueden vestir los obreros sin renunciar a sus ímpetus revolucionarios. Nosotros lo decimos abiertamente: aspiramos a una estructura orgánica de las labores españolas; pero mientras a eso se llega, nosotros entendemos que los obreros hacen bien en seguir siendo revolucionarios. Hace dos años, cuando fui candidato por Cádiz, me pareció intolerable oír a unos obreros amaestrados decir que eran los verdaderos obreros de España. No queremos esquiroles; queremos obreros revolucionarios.

  Explica la situación de los obreros en la futura organización Económica que la Falange impondrá.

  Afirma que haremos la reforma agraria con todo el sentido revolucionario que sea preciso, y la fertilización de grandes extensiones de tierra adonde hay que hacer llegar el agua. Las tierras de España –dice– no pueden vivir decorosamente. Hay tierras españolas donde cada semilla da tres o cuatro, y de éstas hay que entregar una al usurero, y con las otras dos vivir el labrador en una miseria que pasa de padres a hijos.

  No se puede vivir como se vive en muchos pueblos españoles de tierra estéril, donde las gentes se tiene que refugiar en el interior de ella. Nosotros haremos carreteras, conducciones y depósitos de agua, para que esos españoles dejen su miseria y no tengan que meterse dentro de la tierra, como las sabandijas.

  Queremos la justicia, y dice que el Estado no es fuerte ni está seguro del vigor moral de su destino más que cuando es justo.

  Cuando nos acerquemos a la revolución nacional española no nos arredraremos ante ningún cabecilla privilegiado. Nosotros no somos partidarios de la crueldad. Nosotros no hubiéramos fusilado al sargento Vázquez ni a aquel pobre niño de diecinueve años, sino a ese Pérez Farrás y a otros que ya están en la calle.

  Pues para eso, para hacer una España única, grande y libre; una España que nos asegure la Patria, el pan y la justicia; para eso estamos aquí otra vez, aragoneses; para deciros que el peligro ha aumentado, que España se hunde, que la civilización cristiana se nos pierde. No para hacer lo que hacen los que ya en 1933 nos dijeron lo mismo e hicieron salir las monjas de sus conventos a votar, y ahora pronuncian los mismos gritos para pedirnos también el voto. Si España fuese un conjunto de cosas melancólicas, faltas de justicia y de aliento histórico, pediría que me extendieran la carta de ciudadano abisinio; yo no tendría nada que ver con esta España.

  Desde el puesto de más humildad, que es el puesto de jefe, prometió para la madrugada nupcial del NACIONAL SINDICALISMO una España única, grande y libre.

  ¡Arriba España!

(Arriba, núm. 30, 30 de enero de 1936)

miércoles, 23 de febrero de 2011

EN ESTOS MOMENTOS, MÁS QUE NUNCA, FE EN EL MANDO

  Camaradas: Quien lleva sobre sí la responsabilidad de los destinos de la Falange reclama en estas horas, con más solemnidad que nunca, la completa confianza vuestra. En unas semanas puede iniciarse un auge insólito o una terrible temporada de depresión para nuestro Movimiento. Si sólo fueran a decidir de su suerte nuestros valores y nuestras fuerzas, nuestra unión y nuestra disciplina, no habría que pensar sino en seguir cultivándolas sin innovación, como ayer y como mañana. Seríamos islotes sostenidos por su propia sustancia en medio de un mundo regido por leyes ajenas. Pero el destino de la Falange, como todos en el mundo, pende también del juego combinado de otras muchas fuerzas que no está en su mano regir y que fuera desvarío querer ignorar. De las peripecias políticas españolas, hoy tan confusas como de ordinario, quizá dependa el porvenir próximo de la Falange, su capacidad de propaganda y de crecimiento, la libertad y hasta la vida de muchos de sus militantes más ardorosos. Todas las circunstancias capaces de influir en nuestra suerte no pueden ser conocidas de todos. Algunas son oscuras y sutiles; para valorarlas se requiere una información minuciosa y puntual de la que muy pocos disponen. Estos pocos son, naturalmente, aquellos que tienen su sitio en los órganos más sensibles del Movimiento: la Junta Política y la Jefatura Nacional.

  Es, pues, indispensable que todos, en todo momento, depositéis entera confianza en los consejos de la Junta Política y en las decisiones del jefe. Y pensad en esto: es fácil otorgar la confianza cuando lo que el mando decide se ajusta exactamente a nuestra inclinación; lo difícil es permanecer en la misma lealtad externa e interna cuando lo que se nos manda no es aquello que esperábamos que se nos mandara o resulta oscuro de entender.

  Para lo que pase, sean cuales sean las maniobras que exija la difícil navegación de las semanas que ahora empiezan, estad seguros de que, más firme que ninguna actitud táctica, permanece la fidelidad inconmovible de nuestros camaradas de la primera jerarquía a lo que es esencia irrenunciable de la Falange y previsión segura de su última meta. No puede ser negada esa total confianza a quienes desde la primera hora se la han ganado con su permanencia leal en los sitios de mayor pesadumbre.

  Monte cada cual una guardia interior en estos días contra la inclinación al desaliento. Ya veréis cómo, se haga lo que se haga, os vienen desde fuera a soplar al oído insinuaciones hipócritas contra vuestros jefes. Veréis cómo gentes de fuera se afanan estos días, sin que sepáis por qué, por aparecer a vuestros ojos como más fervientes defensores que vosotros mismos de nuestra integridad doctrinal. Cuando os vengan con estas cosas, comparad simplemente los servicios de aquellos mentores con los de los jefes a quienes os invitan a descalificar. Pensad si los servicios y los sacrificios soportados durante dos años en apretada hermandad con vuestros jefes no han ganado para éstos vuestra entera fe. Y confiad no sólo en su lealtad, sino también en su destreza. Una temporada peligrosa y oscura desembocará, si los seguís sin titubeo, en un ancho periodo de esplendor para la Falange, a la que no sujetará ninguna ligadura, ni disminuirá ningún compromiso, ni entorpecerá ninguna confusión, para manifestarse limpia, libre y entera en el cumplimiento de su destino.

¡Arriba España!

(Arriba, núm. 27, 9 de enero de 1936)

lunes, 21 de febrero de 2011

SENTIDO HERÓICO DE LA MILICIA

  La milicia no es una expresión caprichosa y mimética. Ni un pueril "jugar a los soldados". Ni una manifestación deportiva de alcance puramente gimnástico.

  La milicia es una exigencia, una necesidad ineludible de los hombres y de los pueblos que quieren salvarse, un dictado irresistible para quienes sienten que su Patria y la continuidad de su destino histórico piden en chorros desangrados de gritos, en oleadas de voces imperiales e imperiosas, su encuadramiento en una fuerza jerárquica y disciplinada, bajo el mando de un jefe, con la obediencia de una doctrina, en la acción de una sola táctica generosa y heroica.

  La milicia iza su banderín de enganche en todas las esquinas de la conciencia nacional. Para los que aún conservan su dignidad de hombres, de patriotas. Para los que en sus pulsos perciben todavía el latido de la sangre española y escuchan en el alma la voz de sus antepasados, enterrados en el patrio solar, y les resuena en el corazón el eco familiar de las glorias de los hombres de su nación y de su raza que claman por su perpetuidad.

  Es la Patria quien necesita de nuestro esfuerzo y de nuestros brazos; ella es quien nos manda uniformar, formar todos como uno, vestir las azules camisas de la Falange. La Patria es quien borda con mano de mujer –de madre, de novia– sobre el pecho, exactamente encima de la diana alborotada del corazón, ansioso de lucha y de sacrificio, el yugo y el haz, las flechas de nuestro emblema.

(Haz, núm. 6, 15 de julio de 1935)